AURORA REYES

Aurora Reyes, mujer comprometida con los derechos de las mujeres y los pobres.

Refiere la historia que su abuelo falleció frente a Palacio Nacional en el año de 1913, en el marco de la famosa Decena Trágica. Fue hija de doña Luisa Flores y del capitán del Ejército, León Reyes. Es Aurora Reyes, artista mexicana, poetisa y la primera muralista mexicana, nacida el 9 de septiembre de 1908 en Hidalgo del Parral, Chihuahua, donde pasó sus primeros años de vida para después trasladarse a la ciudad de Jiménez.

Posteriormente, la profesión de su padre obligó a la pequeña Aurora a viajar, junto con su familia, a la Ciudad de México, según se dice, en una carreta tirada por mulas, experiencia que quedó profundamente grabada en la mente de esta gran artista mexicana.

Las preferencias políticas de su padre obligaron a su familia a refugiarse en La Lagunilla, uno de los barrios más humildes de la capital del país donde apenas sobrevivían, lo que, sin duda, sensibilizó a la futura creadora y le permitió experimentar el abuso y la pobreza que vivían muchas personas en aquel México de principios del Siglo XX.

En 1921, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria donde conoció a la célebre Frida Kahlo, con quien forjó una entrañable amistad al grado de dedicarle una obra más adelante. Al año siguiente, fue expulsada “por haberse defendido de una prefecta que reprobó los nexos de León Reyes con Diego Rivera”, siendo acusada de libertina y jefa de banda de ladrones, por lo que prefirió irse a la Academia de San Carlos en la que estuvo poco tiempo, pues optó por ser autodidacta. Después se casó con el intelectual mexicano Jorge de Godoy.

Se involucró en diversos movimientos políticos y culturales, entre los que sobresalen La Tribuna de México y la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, al tiempo que plasmó en diferentes obras la situación en la que vivían los pobres de nuestro país. Posteriormente ganó un concurso para pintar un mural (Atentado a las maestras rurales) en el vestíbulo del Centro Escolar Revolución, ubicado en Balderas -Centro Histórico de la Ciudad de México-. Asimismo, comenzó a apoyar las causas de las mujeres mexicanas, entre ellas, su derecho al voto y a ocupar puestos de elección popular, amén de que exaltó el heroísmo y valentía de las madres mexicanas.

 

Ejerció la profesión docente hasta su jubilación en 1954 y también fue dirigente sindical desde donde impulsó la creación de guarderías para apoyar a las madres trabajadoras del magisterio; promovió el arte entre la clase obrera y en sus murales plasmó las luchas de campesinos y trabajadores.

Siempre crítica, Aurora Reyes -quien se distinguió por luchar, desde las aulas, para consolidar un país mejor a través de la educación como agente transformador- murió el 26 de abril de 1985.

Corría el año de 2014 cuando, al inaugurar una exposición pictórica de la artista, un alto funcionario público exigió suspender el acto cuando escuchó los primeros versos de “Hombre de México”, poema escrito por Aurora Reyes en 1948 con dedicatoria al General Lázaro Cárdenas, en el que denunciaba el sometimiento al que eran condenadas las mujeres por los hombres y la sociedad en general.


 

Hombre de México (1948)
 
Algo oscuro ha pasado por el cielo de México.
Está herida la tierra
y en los labios del viento
silba el agudo filo de antigua profecía.
 
El horizonte ahoga un paisaje de alas
ceñido en ondulantes anillos de serpiente.
¡Águila deshojada!
Un sueño de poetas llora un sueño de héroes.
 
Algo ha sabido el agua de litorales libres;
la nave de la espuma
hace viajes de alarma entre azules y grises.
 
Inmóviles metales conspiran en las sombras
batallones de arboles manifiestan sus brazos
la noche vigilante se apresta para el alba.
 
¿En donde estas creciendo silencioso gigante?
¿Qué paisaje florece distancia en tu mirada?
¿Qué sombras te transitan? ¿Que verdades te hablan?
 
Nutrido de hambres públicas,
De olvidos de ceniza,
De espinas colectivas,
De muchedumbres-lágrimas.
¡Ya levántate y surge!
Ya congrega y trasciende
Esta imposible angustia panorámica
 
Múltiple voz eleva sus hojas verticales
Clamando por el fruto maduro de tu frente.
¡Desolada bandera!
Otra vez patria suave… Ya vienen otra vez los mercaderes.
 
Ya vienen a llevarse tu riqueza,
Tus cándidos tesoros,
Tu color solferino,
Tu morado rabioso
Y únicos en el mundo, los ojos de tus niños
 
Se acabaran tus pueblos de gardenia,
Tus provincias de nardo,
Tus novias de amapola,
Tu cempasúchil de oro
Y los intensos campos de tu flor madreselva.
 
Ya no tendrás esquinas con vueltas de cilindro,
Ni jardines de mantos,
Ni ventanas de celo,
Ni serenata tierna.
Ni habrá más lotería de cartoncitos.
 
Apagarán tus júbilos de cohete y chinampina,
La deslumbrada luz de tus “castillos”,
Aquella verde danza de tu ancestral amiga
Y tu alucinación de maguey liquido.
 
Se romperá el hechizo de tus sirenas,
Centro de zapateado y conquián
Los irisados gallos de las peleas
Y los viernes de cábala y copal.
 
En mecánico ritmo tomarán la armonía
Del ardiente prodigio que modela tu mano
La magia de tu lenta caricia, la alegría
De los florecimientos de tu amor artesano.
 
Tus veneros de azul serán cegados
En el color caliente de tu sangre.
Envolverán en dólares tus huesos
Y en humo celofán tu joven aire.
 
Escucha cómo crecen las tinieblas del odio,
Oye cómo caminan los desiertos del hambre,
Cómo construye firmes paraísos la fiebre
Y murmura cuchillos la prisión de la sangre.
 
Ven a ver cómo lloran las escuelas.
¡Que cielos de amargura filtran las vecindades!
Las mujeres con alma de montaña
Amasan en su rostro silencios vegetales.
 
Ven a cumplir tu entero destino, sombra clara;
Te invocamos anónimo y auténtico,
Hermano sin ayer y sin mañana
¡Ven a morirte, Hombre de México!
 
Te espera la impaciencia,
Lo encuentros te buscan,
Arden las multitudes,
Se queman las palabras.
Surge ya, ¡capitán de la angustia!
Te llama la voz verde de las cañas.
 
Por este barro en marcha que somos,
Por el amor del agua,
Por la muerte del árbol inocente
Y su cosecha trágica.
 
Por tu serena dignidad de cacto
Erguido en los desiertos de la sed,
Tu corazón de tuna colorada,
Y tu canción de miel.
 
Por el incomprendido desorden de tus sueños
Allí, de donde parten los caminos de sal,
Por la lluvia vendida,
Por el pan traicionado,
Por los ojos nocturnos del jacal.
Por el sol,
Por la nube,
Por la flor,
Por la palabra “Tierra”,
Por la voz “Libertad”,
Por los dioses de elote del cañaveral.
 
México, abre los brazos,
¡crécelos! -mar que has purificado los ríos de otras aguas-
Acoge nuestra voz.
¡Recíbela! ¡Levántala!
Y coloca tu cifra de justicia
En el cielo más alto del amor.
 
Abre tu antiguo rostro golpeado de infinito,
El volcán de tu entraña,
Tu potencia de abismo azul.
 
Alcanza los contornos morenos de la raza,
Desnuda las tinieblas,
Multiplica las flechas de la luz.
 
Crece los brazos, ¡crécelos mas!
Y en un himno de cumbres liberadas que crispe el huracán. Irrumpan el espacio de la Indoamérica
Las palomas de azúcar de la paz.
Ven a cumplir tu entero destino, sombra clara;
Te invocamos anónimo y auténtico,
Hermano del ayer y del mañana
¡Surge ya!, ¡Hombre de México!
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