LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN ÉPOCA DE BOTS

La libertad de expresión es un derecho que todos los mexicanos tenemos garantizado en los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En estos artículos no sólo se protege el derecho a expresar libremente nuestras ideas “sin inquisición judicial o administrativa”, también se impulsa a respetar el derecho de réplica y se establece que toda persona podrá tener “libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión”, eso, por supuesto, incluye a las redes sociales.

Pero ¿qué pasa con la libertad de expresión cuando se utilizan de manera sistemática cientos, o en ocasiones, miles de perfiles falsos en las distintas redes sociales para sesgar, manipular o distorsionar la información que se genera día con día y que debe estar al alcance de cualquier persona? Estas prácticas coartan nuestro derecho, pues, como se sabe, el uso de perfiles apócrifos o cuentas que suplantan la personalidad de alguien más, también conocidos como ‘bots’, tienen la finalidad de crear temas de interés de manera artificial, con lo cual se rompe el equilibrio de una discusión plural y auténtica que nos permita generar una opinión informada y sustentada respecto a diversos temas.

Lo primero que debemos cuestionarnos es ¿qué es un bot? Diversos portales de Internet especializados en temas de tecnología lo definen como “un programa informático que realiza tareas repetitivas en Internet”, con la característica de que simula el comportamiento de un ser humano, lo cual ya implica un riesgo debido a que algunos usuarios pueden sufrir el robo de su identidad para ser ligados a manifestaciones de ideas con las que no necesariamente concuerden. Como se sabe, la creación de estos programas informáticos surgió con la finalidad de facilitar tareas comerciales y de servicios dentro de la Red, pero con el paso del tiempo, los ‘bot’ se han trasladado al terreno de la discusión política y han servido como instrumento de propagación masiva de noticias u opiniones con la finalidad de generar tendencias en la opinión pública o bien, de modificar el algoritmo con el que se difunden y generan esas mismas tendencias para ‘silenciar’ alguna discusión o las opiniones que los usuarios pudieran expresar respecto a algún tema de coyuntura.

 

Lamentablemente, dentro de los aspectos más graves que el uso de ‘bots’ trajo consigo se encuentran el ataque, la denostación, el acoso, la difamación y el abuso verbal al que diversos usuarios son sometidos día con día a causa de sus preferencias políticas, ideológicas, sexuales o religiosas, que también pueden mutar en discursos de odio y fomentar la discriminación al desacreditar las opiniones de los usuarios debido a su color de piel, origen étnico, aspecto físico, nacionalidad o género. Estas prácticas, que se han convertido en una constante, vulneran el derecho a la libertad de opinión y expresión que proclama que ningún individuo “será molestado a causa de sus opiniones”.

La utilización de ‘bots’ como instrumento de desinformación y polarización ha permeado en las redes sociales durante el desarrollo de diversas actividades que pretendían marcar un hito en la sociedad, como las manifestaciones en contra de la violencia de género que se llevaron a cabo en nuestro país en noviembre de 2019 y en marzo de 2020, donde el uso de cuentas falsas impulsó un discurso de odio en contra de la mujeres, con expresiones misóginas y machistas, sólo por hacer uso de su legítimo derecho a manifestarse. De esta forma, se distorsionó el mensaje principal de las manifestantes y se dejó en segundo plano el reclamo que hacían a gozar de una vida libre de violencia.

Algo similar ha ocurrido durante la contingencia sanitaria provocada por la propagación del virus SARS-coV-2 en nuestro país, en la que el uso de ‘bots’ ha impulsado la propagación de noticias falsas que, en ocasiones, han puesto en riesgo la salud física y mental de los usuarios. Es por ello que, con el afán de proteger nuestro derecho a la libertad de expresión como usuarios de redes sociales, debemos ser cuidadosos de la información que consumimos y compartimos. Además, debemos comprender que la única forma de detener los discursos de odio y los ataques que coartan ese derecho es no volvernos parte del algoritmo.