ANTE CRISIS ECONÓMICA, PODRÍA AUMENTAR EL TRABAJO INFANTIL

Datos oficiales estiman que durante la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 se habrán perdido en nuestro país un millón de empleos, mientras otros calculan que esa cifra se podrá elevar considerablemente en las próximas semanas. Este problema no es exclusivo de México, en diversos países muchas familias han visto mermados sus ingresos debido al cierre de fuentes de trabajo.

Una de las secuelas de la crisis sanitaria, que ya se presenta en cientos de hogares mexicanos, es la falta de recursos para cumplir obligaciones económicas, lo que puede  orillar a niñas, niños y adolescentes a desarrollar actividades productivas para contribuir al ingreso familiar, con el consecuente abandono de sus estudios y factores como poner en riesgo su salud al desempeñar tareas para las que aún no cuentan con las capacidades físicas y mentales suficientes, exponerlos a situaciones de servidumbre o al siempre latente riesgo de ser contactados por personas dedicadas a la explotación y a la trata de personas.

Como Organismo del Estado mexicano encargado del respeto y protección de los derechos de las personas que habitan nuestro país, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), enfatiza este 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la necesidad de erradicar esta práctica que vulnera los derechos de niñas, niños y adolescentes a la salud, educación, alimentación, diversión y esparcimiento, entre otros.

Actualmente, instancias internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estiman que a nivel mundial existen 152 millones de niñas y niños en situación de trabajo infantil (72 millones en labores peligrosas), a quienes la crisis generada por el COVID-19 expondrá a “circunstancias aún más difíciles y de trabajar más horas al día”. “Casi la mitad de los 152 millones de niños víctimas del trabajo infantil tienen entre 5 y 11 años; 42 millones (28%) tienen entre 12 y 14 años; y 37 millones (24%), entre 15 y 17 años” .

 

Para el caso de México, la situación no es muy diferente, porque hasta hace tres años el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)  señalaba que 3.2 millones de niñas y niños de 5 a 17 años de edad se empleaban en actividades económicas no permitidas o en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas; entendiendo como trabajo no permitido aquel que realizan personas menores de 15 años en ocupaciones peligrosas e insalubres por las materias primas empleadas o por el horario en el que se efectúan.

Ahora bien, no todas las labores que desempeñan niñas, niños y adolescentes pueden considerarse perjudiciales, dado que muchos colaboran en tareas del hogar, negocios o talleres familiares, sin perjuicio a su salud, educación y desarrollo personal e incluso se consideran formadoras de hábitos.

En México, la población infantil se emplea principalmente en labores agrícolas, servicios, comercio, industria manufacturera, extractiva, electricidad, gas y agua, así como en construcción, entre otras.

Por ejemplo, a través de diversas Recomendaciones la CNDH ha documentado las difíciles condiciones que enfrenta la niñez y juventud que se emplea como jornaleros agrícolas, donde no cuentan con alternativas para continuar su instrucción escolar, reciben bajos salarios, laboran durante largas jornadas, duermen en condiciones indignas y se alimentan de manera deficiente.

Por último, a nivel global se han establecido innumerables compromisos para eliminar el trabajo infantil, entre las que destaca el Objetivo 8 de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, que exige poner fin a tal práctica y el acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas para declarar el próximo 2021 como el Año para la Eliminación del Trabajo Infantil.

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